lunes, 5 de diciembre de 2022

 LAS SECAS EN LA REGIÓN PAMPEANA. HIPÓTESIS DE LA CIRCULACIÓN ATMOSFÉRICA Y LOS CICLOS RECURRENTES.






La región pampeana, de acuerdo al estudio empírico de los registros   climáticos disponibles, parece estar expuesta a determinados ciclos recurrentes de aproximadamente 60 – 80 años, donde la cantidad de lluvia oscila en más y en menos.

A mediados del siglo xix, a la salida de la Pequeña edad de Hielo, pareció imponerse un ciclo húmedo que duró aproximadamente hasta la segunda década del siglo xx.

Luego de otro ciclo más seco, en los 60 – 70 del siglo xx  comenzó un nuevo ciclo húmedo, afectando no sólo la región de las provincias pampeanas, sino también el territorio centro norte del país – evidenciado por el avance de las lluvias en provincias como Santiago del Estero y San Luis – para poner ejemplos.

Estos ciclos tienen poco que ver con los debates actuales en torno al cambio climático; parecieran ciclos  asociados a la circulación global de la atmósfera, y probablemente a fenómenos asociados con el NIÑO y otras teleconexiones vinculadas a la circulación oceánica.

Existe un importante registro histórico para el período 1600 – 1900 recopilado en los escritos de los Cabildos de las ciudades del Litoral del Río de la Plata y otras del interior del país, puesto que la actividad económica principal, la ganadería, estaba íntimamente asociada a las lluvias; efectivamente, el ganado sólo disponía de las aguadas naturales, que sufrían las oscilaciones periódicas de la abundancia o escasez de lluvias.

También hay que considerar que hasta bien entrada la década de los 60 en el siglo xx, la actividad productiva del campo argentino estaba encabezada por la ganadería; poco a poco, en los años setenta, se fue dando el cambio hacia la agricultura permanente en la región núcleo de la pampa – norte de Buenos aires, sur de Santa Fe, sur de Córdoba.

Todo esto viene a cuenta de las previsiones de secas para las próximas décadas.

Estas secas no tendrían nada que ver con los fenómenos que se discuten actualmente, asociados al cambio climático y a las emisiones de dióxido de carbono.

Son secas cuya recurrencia aumentaría durante estos ciclos más secos de 60 -80 años.

No podemos adelantar nada en cuanto a su intensidad, pero como la agricultura permanente a pasado a ser una actividad clave para la economía argentina, es indudable que todo lo que se pueda adelantar en infraestructura energética para facilitar el riego debe tomarse como prioritario.

En relación al dióxido de carbono, CO2 , su abundancia en la atmósfera, por sobre los registros habituales de 330 ppm del último siglo – actualmente estaríamos en las 430 ppm. – favorece con mucho el funcionamiento de las plantas en situación de sequía.

A mayor cantidad de CO2 en la atmósfera, es menor la necesidad de agua para que las plantas cumplan su ciclo biológico.

Estamos frente a una situación que repite lo que ha estado pasando en los últimos 150 años: el aumento de las temperaturas y de la concentración del CO2 en la atmósfera, ha sido un aliado imprescindible de la humanidad en su lucha contra la escasez.


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