miércoles, 1 de diciembre de 2021

 

DIÁLOGOS Y DEBATES




La filosofía y la ciencia de Occidente comienzan con los griegos, específicamente con los diálogos de Platón. La ciencia moderna se inicia con los dos magníficos diálogos de Galileo. Los debates entre Einstein y Niels Bohr son imprescindibles para quien quiera profundizar en los grandes desafíos filosóficos que plantea la revolución de la física cuántica.

Es sintomático que en relación al calentamiento global y al cambio climático el diálogo y la discusión hayan desaparecido completamente luego que el comité Nobel acordara premiar con el galardón por la Paz al Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas.

¿ Qué sucede, entonces, con los debates sobre el calentamiento global y el cambio climático?

¿ No es extraordinario que, siendo ambos los temas que parecen suscitar grandes interrogantes respecto al futuro de la humanidad, hayan desaparecido los debates serios entre científicos de posiciones encontradas?

Durante los noventa, y hasta el momento en que Al Gore y los científicos del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático - IPCC - fueran galardonados, en los EE.UU era común que se realizaran debates en las universidades. Los representantes de una y otra persuasión - los defensores de la posición oficial del IPCC por un lado, y los científicos escépticos por el otro, exponían sus argumentos y los fundamentaban frente a una audiencia amplia.

Se daba el caso que los representantes de la posición oficial - la narrativa del IPCC - perdían el debate casi indefectiblemente.

Sus argumentos y sus fundamentos eran muy pobres: modelos del clima que no se ajustaban al clima real, más ocasionales referencias a factores considerados catastróficos, pero que analizados correctamente sólo mostraban eventos del clima/ tiempo recurrentes y que estaban documentados desde hacía mucho.

Los científicos escépticos, en cambio, presentaban la ciencia del clima remarcando la gran complejidad que ella acarreaba, explicando que tratar de reducir las causas de la variación climática a una sola variable, el dióxido de carbono , conducía a inconsistencias y contradicciones.

Después del 2007 desaparecieron los debates y las discusiones, y se multiplicó la propaganda alarmista en forma exponencial. Llegamos, así, al 2021, con una situación donde los políticos y militantes del climatismo, reunidos semanas atrás en Glasgow, tuvieron que apelar a todo tipo de malabarismos verbales para poder clausurar una reunión donde las excusas y los subterfugios reemplazaron cualquier tipo de consideración racional.

Si esta última hubiese existido, habría significado tener que admitir que la Ciencia - esa ciencia que nos legaron los griegos y llevaron a su cima los hombre de la Ilustración - no fundamenta en absoluto los diagnósticos catastrofistas.

 

viernes, 10 de septiembre de 2021

LOS LÍMITES DE LA CIENCIA COMO INSTRUMENTO DE POLÍTICOS Y BURÓCRATAS.

 En las últimas décadas se ha ido imponiendo en la opinión pública mundial una perspectiva pesimista respecto del futuro del planeta.

A fines de los años '60 del siglo XX, el Club de Roma lanzó un diagnóstico con el título LOS LÍMITES DEL CRECIMIENTO. La idea dominante en este análisis era que el crecimiento de la población y el desarrollo económico estaban afectando los ecosistemas del planeta y que era necesario controlar la población y el desarrollo económico, de modo de frenarlos por el bien de la naturaleza a largo plazo. El informe fue criticado porque sus evaluaciones carecían de todo fundamento cuantitativo, ignorando los adelantos que la ciencia y la técnica aportaban para el mejoramiento de los ámbitos productivos de los ecosistemas del planeta.

Treinta años después, y a pesar de que la Revolución Verde y otros desarrollos habían permitido acabar prácticamente con el hambre en la mayoría de los países del Tercer Mundo, los amantes de la Naturaleza y enemigos de la Humanidad volvieron al ataque. Esta vez se trató de la amenaza a la salud del planeta por las emisiones de dióxido de carbono CO2 - proveniente de la quema de combustibles fósiles - carbón, petróleo, gas -.

Se creó, en el ámbito de las Naciones Unidas, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático -IPCC - y se empezó a batir el parche de la inminente catástrofe climática; hay que reconocer que la tarea de asustar al mundo fue delegada en las ONG's ecologistas y en los políticos y demás burócratas que pensaban que agitando el miedo de la catástrofe climática podrían obtener beneficios a largo plazo, ya que toda burocracia necesita de motivos para expandirse y abarcar cada vez más ámbitos del quehacer de la sociedad.

Hay que remarcar que estas ideas que surgen de los Think Tanks son patrimonio casi exclusivo de una minoría intelectual, y sus engranajes de transmisión son los políticos y periodistas que se encargan de los contenidos de los medios de difusión masivos; llegan al público general como mensajes o fogonazos que intentan llevar preocupación y formar una opinión pública que luego adhiera mansamente a cualesquiera políticas regulatorias e intervencionistas que seguramente serán contraproducentes para el bien común.

En esto se parecen a las grandes ideologías o relatos que han llenado las visiones del mundo de las generaciones del sigloXIX y XX : Nacionalismo, Socialismo, Comunismo: Patrimonio al principio de un grupo de iluminados, se propagan a través de minorías intolerantes que por métodos violentos terminan desquiciando la vida de los pueblos.

No creo que el caso del Ecologismo y del Climatismo difiera del de sus predecesores: se trata de visiones interesadas que nada tienen que ver con la realidad del planeta.

Es verdad que los informes técnicos del IPCC no contienen en forma explícita los diagnósticos sombríos que escuchamos todos los días en los medios informativos, y que incluso sus críticos piensan que allí no está el problema principal, sino en la acción de los grupos de intereses que exageran las posibilidades del calentamiento y los efectos negativos que tendría sobre el planeta. Pero hay que remarcar que el ámbito de estudio del IPCC se limita a los efectos que los humanos tienen sobre el clima, y que sus instrumentos son los modelos climáticos; no se estudia la variabilidad natural típica del sistema climático de la Tierra, ni se toman en cuenta la infinidad de estudios paleoclimáticos - estudios del clima del pasado - que aportarían una visión mucho más amplia.

Algunos piensan que el encadenamiento que se ha dado para el crecimiento de esta visión pesimista en las últimas décadas se debe al intento de ciertos grupos dentro de la élite económica de los países centrales por controlar la utilización de la energía y de los recursos naturales en los países en desarrollo de la periferia, es decir, imponer un cierto control en el ritmo de los cambios imparables que el propio proceso científico-tecnológico impone a las sociedades. Pero no cabe duda que existe una dinámica propia de los grupos intelectuales que se ubican en la cabeza de toda sociedad, y que son propensos a imaginar escenarios apocalípticos que de alguna manera proyectan en la sociedad y la naturaleza los procesos mentales particulares de los espíritus mesiánicos.

Para contener esta propensión a la catástrofe y la guerra, algunos hombres geniales - Galileo, Leibniz, Descartes, Pascal, entre los principales - crearon la Ciencia Moderna en los siglos XVI y XVII, que es fundamentalmente una dirección espiritual hacia la moderación, el realismo, y los intereses primarios de los hombres: la convivencia, la alimentación, la salud. Para ello se esforzaron en combatir el Dogma de su época, desplegando los métodos de investigación, validación y prueba que son tan caros al verdadero espíritu científico.

Todo lo contrario a las ideologías y las seudociencias del ecologismo y del climatismo, que abandonan todo intento de crítica y debate, para entregarse a un discurso que se impone a puro golpe de exageraciones .

miércoles, 27 de enero de 2021

 

MALENTENDIDOS Y EQUÍVOCOS RESPECTO DE LA CIENCIA II

 

Una postura idealista, nostálgica de los buenos viejos tiempos de la sociedad liberal nos desvía del punto principal: las amenazas que las nuevas circunstancias sociales acarrean para la noción de la buena sociedad, de la buena vida.

 

La ciencia moderna con su portentoso despliegue existe gracias a la increíble expansión que desde el siglo XVIII se dio en las economías europeas,  y en los Estados Unidos de Norteamérica a partir del siglo XIX.

Debe su misma existencia a las características de la sociedad liberal, que se había abierto camino en contra de los privilegios de las castas y luchando para imponer la ilustración ciudadana frente al oscurantismo del dogma religioso.

Así que también la ciencia como institución, sufre de los mismos peligros de corrupción que siempre han estado dando vueltas alrededor de las cosas sociales.

 

Las contradicciones aparecen enseguida, ya que el concepto de buena vida y de buena sociedad es inseparable del sentimiento religioso.

Para nosotros occidentales ese sentimiento es la tradición judeocristiana, y aún quienes se consideran ateos o agnósticos pueden ver que la dignidad de la persona humana tiene su asidero más firme en esta única idea: cada uno es absolutamente responsable.

 

Leo Strauss plantea que nuestra doble herencia, Jerusalem y Atenas, la una que nos impone la obediencia a nuestros padres y la otra la búsqueda de la excelencia, resultan en la contradicción en la que ha vivido permanentemente Occidente y la sociedad liberal.

 

Peor aún, ya que las verdades a las que apelan los científicos modernos, ya se trate de la cosmología del espacio - tiempo o de la dinámica de los ecosistemas, son absolutamente inanes para lo que verdaderamente importa a cualquier persona

 

 

Por eso nos parece una gran pérdida que los desarrollos de las humanidades en las últimas décadas sólo nos hayan mostrado los aspectos sombríos de la actividad de las ciencias exactas y naturales, desconfigurados de esta gran crisis de la sociedad liberal.  Se falsifica así la historia del pensamiento y del hacer científicos, complacientemente con los deseos de aquellos que no han sabido o no han querido buscar otras fuentes más allá de las que convenían a sus ideologías anti- sistema.