MALENTENDIDOS
Y EQUÍVOCOS RESPECTO DE LA CIENCIA II
Una postura
idealista, nostálgica de los buenos viejos tiempos de la sociedad liberal nos
desvía del punto principal: las amenazas que las nuevas circunstancias sociales
acarrean para la noción de la buena sociedad, de la buena vida.
La ciencia
moderna con su portentoso despliegue existe gracias a la increíble expansión
que desde el siglo XVIII se dio en las economías europeas, y en los Estados Unidos de Norteamérica a
partir del siglo XIX.
Debe su
misma existencia a las características de la sociedad liberal, que se había
abierto camino en contra de los privilegios de las castas y luchando para
imponer la ilustración ciudadana frente al oscurantismo del dogma religioso.
Así que
también la ciencia como institución, sufre de los mismos peligros de corrupción
que siempre han estado dando vueltas alrededor de las cosas sociales.
Las
contradicciones aparecen enseguida, ya que el concepto de buena vida y de buena
sociedad es inseparable del sentimiento religioso.
Para
nosotros occidentales ese sentimiento es la tradición judeocristiana, y aún
quienes se consideran ateos o agnósticos pueden ver que la dignidad de la
persona humana tiene su asidero más firme en esta única idea: cada uno es
absolutamente responsable.
Leo Strauss
plantea que nuestra doble herencia, Jerusalem y Atenas, la una que nos impone
la obediencia a nuestros padres y la otra la búsqueda de la excelencia,
resultan en la contradicción en la que ha vivido permanentemente Occidente y la
sociedad liberal.
Peor aún, ya
que las verdades a las que apelan los científicos modernos, ya se trate de la
cosmología del espacio - tiempo o de la dinámica de los ecosistemas, son
absolutamente inanes para lo que verdaderamente importa a cualquier persona
Por eso nos
parece una gran pérdida que los desarrollos de las humanidades en las últimas
décadas sólo nos hayan mostrado los aspectos sombríos de la actividad de las
ciencias exactas y naturales, desconfigurados de esta gran crisis de la
sociedad liberal. Se falsifica así la
historia del pensamiento y del hacer científicos, complacientemente con los
deseos de aquellos que no han sabido o no han querido buscar otras fuentes más
allá de las que convenían a sus ideologías anti- sistema.