sábado, 17 de febrero de 2018




Política y filosofía del movimiento de opinión “ Calentamiento Global y Cambio Climático”


 Parte II

                      In old days men had the rack.  Now they have the press. 
                                                  Antiguamente existía la tortura. Ahora tenemos la Prensa.
                                                                                             Oscar Wilde.


No es fácil dar una idea consistente de un movimiento intelectual que se despliega a lo largo de casi 50 años sin caer en la trampa de presentarlo como si fuese premeditado.

Podemos señalar tres fuerzas que contribuyeron – y aún lo hacen – a la enorme difusión del movimiento conservacionista o ambientalista, cuya potencia parece hoy día que se ha transvasado en su totalidad al movimiento del Calentamiento Global y Cambio Climático.

La primera es sin duda el hecho que el auge económico de la segunda mitad del siglo XX provocó una cantidad impresionante de daño a la naturaleza y malestar creciente en la población.

La segunda es que el bienestar económico de los países centrales dio origen a una gran población universitaria, la mayoría de la cual se dedicó a las humanidades o fue muy influenciada por las corrientes de ideas de esas facultades.

La tercera es la revolución tecnológica de las comunicaciones que hace posible tener el mundo entero online las 24 horas de los 365 días del año.

Esta nueva corriente de opinión que venimos estudiando bien podría ser considerada, como en los manuales de filosofía, una nueva Weltanschauung o concepción del mundo, donde lo que se impone  en la conciencia de la gente es la importancia del Planeta Tierra como un todo. La Encíclica de Francisco, Laudato Sí, es meridianamente explícita, se trata de “Nuestra Casa Común”.

Una nueva concepción del mundo nunca es absolutamente nueva, sino que se nutre de muchas tendencias latentes presentes en la sociedad desde  mucho tiempo antes. En el caso que estudiamos aquí, se trata del rechazo del “consumismo” y del materialismo que todo lo invade; del descontento con las políticas, los políticos y en general con  todo el sistema social tal como se presenta cotidianamente; para los jóvenes, lo que está presente y es importante, es la sempiterna rebelión, el rechazo del mundo representado por los padres.

Algo que ha hecho de esta nueva concepción del mundo algo tan particularmente hostil hacia la sociedad científico-tecnológica es que las facultades de humanidades de Occidente se han visto desproporcionadamente influenciadas por las filosofías irracionalistas provenientes de Alemania; Heidegger se ha hecho popular vía Sartre, Foucault, Derrida, Deleuze, Guatari y demás filósofos post-modernos y post-estructuralistas. Si sumamos e esto que la Escuela de Frankfurt, representada por Adorno, Horkheimer y Marcuse también es muy hostil a la ciencia y a la técnica del mundo capitalista, el panorama no puede ser otro en lo relativo a cómo las juventudes de Occidente interpretan el desarrollo del sistema social capitalista.

Podría pensarse que el desenlace intelectual del presente no podría haber sido otro, puesto que él se encuentra tan mal balanceado en relación al verdadero carácter del impulso científico-tecnológico, cuyo carácter es considerado casi maligno por las nuevas generaciones.

La disonancia comenzó con los estudiantes que egresaron de las aulas universitarias en los años ochenta;  los formadores de la opinión pública, periodistas y  maestros, hicieron de correa de transmisión de este sentimiento negativo a toda la sociedad en general. Así se fue difundiendo este sentimiento negativo contra la actual sociedad y surgió la idea de una nueva utopía para superarla.







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