Andanzas de Trump
Acuerdos de Paris y Cambio Climático
Uno de los temas más interesantes
y polémicos del gobierno de Donald Trump ha sido el referido al retiro de los
EE.UU. de los Acuerdos de Paris sobre el cambio climático, que se habían
firmado en diciembre del 2015.
El presidente Trump volvió a
reiterar la semana pasada su disposición para volver al Acuerdo de París, y así
se lo expresó claramente al presidente francés Macrón en Davos, y lo reiteró el
28 de enero en una entrevista que le realizó Piers Morgan; Trump dijo que
volverá, siempre y cuando se renegocien los términos del acuerdo, que son “desastrosos” para los
intereses de los EE.UU.
Piers Morgan lo
entrevistó en exclusiva para la cadena ITV y cuando llegó al punto del cambio
climático y el calentamiento global se produjo este intercambio:
Piers
Morgan:-“Usted cree en el cambio climático?, Piensa que existe?”-
Presidente Trump:-“Hay enfriamiento y hay calentamiento,
quiero decir, mire, no había cambio climático, había calentamiento global. Eso
no estaba funcionando demasiado bien, porque se estaba poniendo bastante frío
por ahí…
Las capas de hielo se iban a derretir, deberían
haber desaparecido ya, pero resulta que ahora marcan records, OK?. Las capas de
hielo están en un nivel record. Le voy a decir en lo que yo creo. Creo en el
aire puro. Creo en el agua pura y cristalina. Creo que debemos tener una buena
higiene en todo ”
Desde que Donald Trump
anunció el 1 de junio del 2017 que EE.UU. se retiraba del Acuerdo de París, no
se han detenido las especulaciones sobre cuáles iban a ser los siguientes pasos
que daría el polémico mandatario.
Teniendo en cuenta que
los medios de comunicación le son bastante hostiles- una reciente encuesta
marca que los principales medios norteamericanos hacen una cobertura “negativa”
del presidente Trump en un 90% de los casos- el polémico tema del cambio climático
y el calentamiento global están demasiados ligados al tema de la energía y la
economía del país como para quedar al margen de las crecientes polémicas.
En su momento, el vicepresidente
Mike Pence quizás haya dado la clave
secreta de toda la polémica, al
contestarle a un periodista que el tema
del cambio climático era “una preocupación de la izquierda”,
con lo que enmarcó la polémica dentro de la gran temática de la “ Guerra
Cultural”.
Aunque los Acuerdos de París
no tienen carácter vinculante, EE.UU. no
puede permanecer en ellos si desea llevar adelante la política marcada por la
agenda del presidente Trump, cuyo eje principal en lo económico implica una
reindustrialización de la nación a
partir de los ingentes recursos energéticos liberados por la revolución
tecnológica del Shale oil y del Shale gas . No resulta casual que el otro país
que está en las puertas de la revolución del Shale sea Gran Bretaña, que ha
decidido liberarse de las trabas ambientalistas impuestas por la Unión Europea con su voto a
favor del Brexit.
Uno de los temas más polémicos y
enredados de la administración Trump es sin duda el referido al cambio
climático. Como el presidente ha dado pasos contundentes en la dirección contraria
a la del mundo en general, no es ocioso profundizar en un tema que casi siempre
se lo trata desde el punto de vista de la polémica entre grupos de opinión, y
sólo muy raramente desde los fundamentos
científicos. Claro que los medios no son el lugar más adecuado para tratar la
parte estrictamente científica del asunto, y se suele decir que la ciencia ya
está definida y establecida, y que el 97% de los científicos están de acuerdo
en que el cambio climático y el calentamiento global existen.
Pero como aclara el Dr. Richard Lindzen,
eminente físico de la atmósfera del Instituto de Tecnología de Massachusetts, y
uno de los científicos que más ha trabajado en la crítica minuciosa de la
metodología utilizada por el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático
de las Naciones Unidas -IPCC - no sirve de nada estar de acuerdo en algo que
desde el punto de vista científico es trivial, en la medida en que no se
cuantifique la magnitud de los cambios que se darán en la temperatura del planeta, en una
atmósfera con más gases de efecto invernadero.
Es la parte cuantitativa la que va a determinar si los cambios en la
temperatura futura del planeta van a acarrear problemas más o menos graves.
En los últimos diez años se ha
producido un desplazamiento gradual de la opinión de la comunidad científica,
puesto que los modelos basados en el balance energético y en el efecto de los
Gases de Efecto Invernadero que utiliza el IPCC, no han podido ser corroborados
por el comportamiento del clima real y, como ha señalado el Dr. Lindzen, lo más probable es
que se haya sobreestimado el calentamiento del planeta al modelizarse en forma
espuria, en el sistema atmosférico, la
importancia de los procesos de retroalimentación – feedbacks – específicamente
los referidos al vapor de agua.
La influencia del Dióxido de
Carbono sería bastante insignificante en relación a los factores naturales que
determinan el comportamiento climático a largo plazo. La temperatura de la
tierra se mantendría dentro de los parámetros normales que marcan los estudios
paleoclimáticos para el pasado reciente de la tierra, y el aumento del CO2 en
la atmósfera no tendría mayores consecuencias.
En realidad, considerando que el
gas en cuestión es el alimento de las plantas, y que se cree que el
reverdecimiento del planeta de las últimas décadas puede deberse al pequeño
aumento desde 300ppm a principios del siglo XX hasta 400ppm de la actualidad,
el incremento del dióxido de carbono atmosférico sería un beneficio mayor,
teniendo en cuenta que la producción de alimentos es clave para el futuro.
Recientemente el límite máximo
del calentamiento esperado para el año 2100, de acuerdo a los modelos del IPCC,
se ha reducido a la magnitud de 2,4°C, bastante por debajo del de 4,5°C, que
solía indicarse como cota máximo en los mismos reportes del IPCC hasta hace muy
poco tiempo. Considerando que la metodología del IPCC establece que sólo el 50
% de esa cifra es debida al hombre -es decir, a la quema de combustibles fósiles –,tenemos que la
contribución del dióxido de carbono y los demás gases de efecto invernadero,
estaría dentro de márgenes que no deberían preocuparnos.
Los informes del IPCC han sido
utilizados por los grupos de intereses que fomentan la instalación de energías
alternativas, eólica y solar, levantando la bandera de la urgencia de estas
soluciones si es que se quiere “salvar el planeta”. Como los costos finales de
estas “soluciones” muchas veces resultan inabordables, ya que ese tipo de
energías son intermitentes y requieren sí o sí de un sostén o backup de
recursos tradicionales, la oposición a éstas ha crecido y ha traído como
consecuencia que se hayan formado grupos
de políticos y de ciudadanos muy críticos a estas alternativas, ahora que las
deficiencias del enfoque de las Naciones Unidas se han hecho evidentes. Sin
embargo, en general, los principales medios de opinión de todo el mundo siguen
adheridos a la idea que el futuro del clima es peligroso y que “algo” hay que
hacer.
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